viernes, 2 de enero de 2015

Física cuántica y chamanismo

Física cuántica y chamanismo




“La verdadera sanación es nada menos que un despertar a una visión de nuestra naturaleza sanada y a la experiencia del infinito”(Alberto Villoldo, “Chamán, Sanador y Sabio”)


Somos energía. Esta es una verdad que los antiguos conocían y que la ciencia moderna ha empezado a reconocer desde el desarrollo de la física cuántica, que planteó un cambio en la concepción de lo que llamamos “realidad” al demostrar que la materia está compuesta por electrones en permanente movimiento. Los principios de indeterminación y salto cuántico reemplazaron a los antiguos principios de objetividad, determinismo, epifenomenalismo y localidad de la ciencia materialista.

La indeterminación (podemos decir cuáles son las opciones de que un electrón esté aquí o allá en un momento determinado, pero no cuál será su posición exacta) y el salto cuántico (los electrones que giran alrededor del núcleo del átomo cambian de una órbita a otra sin recorrer físicamente el espacio que las separa, simplemente desaparecen y aparecen) se explican por el principio de superposición. Esto significa que las partículas tienen la propiedad de estar en varios lugares y estados a un mismo tiempo. Sólo cuando se miden esas partículas, cuando se observan, se concretan en un punto determinado y desaparecen las otras opciones.

Esto implica que la construcción de la realidad es meramente subjetiva: el sujeto que observa influye sobre los objetos observados, pues su acción selecciona una de las múltiples posibilidades y la hace concreta. Esa será su realidad.

El doctor Armit Goswnani del Instituto de Física Teórica de la Universidad de Oregón, desarrolló una teoría a la que llama “idealismo monista”. De acuerdo a esta teoría, la visión cuántica de la materia como ondas de posibilidad se resuelve en la conciencia como elemento transformador. Es decir, la materia determina posibilidades y probabilidades. La conciencia elige.

El Dr. Alberto Villoldo en su libro “Chamán, Sanador y Sabio”, dice que hay una diferencia fundamental entre las antiguas culturas americanas y la cultura occidental actual. En Occidente somos personas de preceptos, estamos gobernados por normas. Cuando queremos cambiar el mundo cambiamos los preceptos (por ej., las leyes). Los antiguos griegos se regían por conceptos: creían que las ideas podían cambiar el mundo.

Los chamanes, en cambio, se basan en percepciones. Como dice Villoldo:“Cuando quieren cambiar el mundo se sumergen en cambios perceptivos que cambian su relación con la vida. Visualizan lo que es posible y el mundo exterior cambia”.

Este principio está estrechamente ligado a las prácticas de sanación. Si bien se pueden aprender una serie de técnicas, las prácticas de sanación energética no están relacionadas con reglas de ningún tipo. Más bien, tienen que ver con la visión y con el Espíritu.

En su libro “La Serpiente de Luz”, Drunvalo Melchizedek nos dice: “La ceremonia es el resultado del entendimiento antiguo y la sabiduría de que el mundo exterior de las estrellas, los planetas y todo lo que existe sobre ellos fue creado por el mundo humano interior de imágenes del corazón y la interacción con el Gran Espíritu. Casi todos los pueblos indígenas saben que eso es así en la vida. (…) Cuando nosotros, los seres humanos, comencemos a darnos cuenta de quiénes somos realmente, los verdaderos Hijos e Hijas de Dios, la consciencia que creó todo lo que existe, sólo entonces la humanidad y Dios serán uno solo en la mente, el corazón y el cuerpo, y se levantará el velo de sopor. Los habitantes originales de este planeta pueden ayudarnos enormemente, pues saben mucho y recuerdan su conexión eterna con la Madre Tierra y el Padre Cielo.”

Esta es la verdadera y profunda esencia de las ceremonias que todavía realizan distintas culturas originarias americanas, desde los hopis de América del Norte hasta los Q´eros de los Andes peruanos, y que los iniciados en la Sagrada Tradición Andina también celebramos.



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