miércoles, 4 de noviembre de 2015

Carl Jung: Reconciliación psicológica de las polaridades sexuales

Carl Jung: Reconciliación psicológica de las polaridades sexuales


Queremos compartir con nuestros lectores, un tema por demás interesante, extraído de la Literatura del Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, que podría ser de gran ayuda para quienes están empeñados en realizar no solamente un estudio de las polaridades sexuales sino en un verdadero trabajo de trascendencia psicológica y espiritual basado en un proceso de religamiento de las potencialidades psíquicas del ser humano, de su individualización y no de individualismo como se aclarará más adelante.

Se trata del breve comentario que hiciera el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere con respecto a las propuestas sobre polaridad sexual del ser humano realizadas por tres grandes Maestros de la Psicología: Sigmund Freud (1856-1939), Alfred Adler (1870-1937) y Carl Jung (1875-1961).

En su Obra Propósitos Psicológicos Tomo XXX, páginas 6 a 8, el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière expresa:


"Esas polaridades existen pues en todas partes, desde Dios (No Manifestado y Manifestado) pasando por el universo (los planetas en si son pasivos y activos) hasta los hombres. Notemos por ejemplo una nota de Adler que muestra cuanto él comprende las bases biológicas sexuales.

Alfredo Adler (médico en Viena) se opone a la concepción de su maestro S. Freud, ya que si para ese último la idea central reside en la polaridad principio del placer, principio de la realidad, para Adler se trataba de la polaridad: inferioridad-superioridad. Hay por ejemplo dos puntos en los cuales el hombre se siente inferior a la mujer y sin seguridad: él no está jamás absolutamente cierto de su poder sexual ni de su paternidad. Esa constatación nos recuerda las antiguas sociedades matriarcales en las cuales el hombre no es más que un huésped tolerado, ya que indispensable como fecundador.

Jung no rechaza las teorías de Freud y de Adler, pero él las amplifica, las profundiza y trae concepciones nuevas; y Ania Teillard (en "Aporte de Freud y sus sucesores"), escribe: "El (el Prof. Jung) concebía la importancia de la sexualidad en la vida del hombre tanto como aquello de la voluntad de poder, pero el apoya sobre el papel esencial del espíritu. Hay hombres que viven una vida sexual normal con su esposa y sus hijos, tienen un triunfo social satisfactorio, pero están sin embargo atormentados por un vacío: su vida no tiene sentido, ellos no se han realizado."

Si Freud quiere curar la miseria sexual, Adler la miseria social, Jung ataca a la miseria psíquica y espiritual de la humanidad.

Para Freud y para Adler, la superioridad del hombre es un dato "a priori" que no ha sido jamás puesto en duda. Jung trata la mujer como profundamente diferente del hombre pero a igualdad. El descubre en el psiquismo femenino las mismas posibilidades de evolución, pero la vía que conduce la mujer a una realización de ella misma (o individualización) es otra que aquella del hombre.

Y es así que para apuntalar nuestras teorías expuestas ya desde hace tiempo en nuestros libros, tomaremos textualmente un pasaje de Ania Teillard:

"La indidualización que es lo contrario de un "individualismo" egoista comporta una reconciliación de las polaridades "masculina-femenina" así que de las polaridades "consciente-inconsciente". Para comprender esto, es preciso explicar un punto de vista central de la psicología Jungiena: aquel de "Anima-Animus".

Un ser humano no es solamente hombre o mujer, sino que lleva en él los dos sexos. Freud ha apoyado sobre ese hecho al punto de vista fisiológico subrayando sobre todo el lado negativo: el deseo irrealizable de la niñita de poseer un miembro viril y no solamente un rudimento de éste. Jung acentúa el lado psicológico de la cuestión. La mujer posee elementos masculinos, que condicionan en parte su psiquismo y su carácter, pero que son dados en un estado más inconsciente que sus componentes esencialmente femeninos. Su espíritu batallador, ver porfiador, su ambición, su lógica, a menudo deficiente, pueden evolucionar por una toma de consciencia y ser integrada en la totalidad de su psiquismo.

Esos elementos o ese complejo autónomo, son "Animus" que aparecen en los sueños bajo la forma de personajes masculinos, se transforman durante el curso de una tratamiento psíquico según el método de Jung. La mujer tiene delante de ella una tarea maravillosa de reconstrucción de la personalidad, que puede llegar a una armonía y a la posibilidad de un resplandor social o de una creación.

Pero punto nuevo e importante, es que el hombre se encuentra él también delante de una tarea del mismo orden, en sentido inverso: la toma de conciencia de su feminidad inconsciente, su "Anima", es decir su emotividad, su intuición, su lado no-racional, a menudo desaprobado y escondido por él y la integración de ese aspecto de si mismo, para llegar a su plenitud.

La masculinidad sin feminidad que la completa y la dulcifica no producirá más que un bruto; la feminidad, sin elementos pertenecientes al dominio del logos, intelecto y voluntad, no sería más que una parcela pasiva de la naturaleza, incapaz de otra actividad que la realización de sus funciones biológicas.

Los dos sexos tiene su deber de orden social y creador en el mundo, pero les incumbre otra tarea interior: su realización individual. Se trata no solamente de una unión entre los sexos, fuente de dicha, sino de la unión interior de las polaridades fundamentales en el hombre."

He ahí pues (señala el Dr. de Serge Raynaud de la Ferriere) un escrito serio y no hay más que rever los textos de Jung y muchos otros libros que tratan de la materia para darse cuenta que la cuestión sexual es no solamente una cosa muy seria pero que 1tendría todo a ganar siendo propagada en un orden de espíritu psicológico para lo mejor de sus aplicaciones sociales y culturales."


Por nuestra parte, diremos solamente que las propuestas de Jung, así como las reflexiones de Ania Teillard y las puntualizaciones realizadas por el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, abren enormes posibilidades de aplicación para el desarrollo integral del ser humano, en el sentido en que hemos señalado siempre, es decir, la realización del hombre total.

Si admitimos la idea de que no somos seres completos, que poseemos solamente una parte de la unidad del ser, una polaridad, sea masculina o femenina, entonces debemos comprender con facilidad esa búsqueda incesante del ser humano, a lo largo de su vida y de la historia como especie, por completar su naturaleza, sea en el plano físico, social o espiritual.

Si además de ello, comprendemos que esa doble polaridad, masculino-femenina, o femenino-masculina, se encuentra presente en cada uno, no solamente en su naturaleza física, sino y sobre todo en su naturaleza psíquica, entonces se abren mayores posibilidades de realización individual (unión de dos polaridades en un solo ser).

Sin embargo, como bien señala el Dr. de la Ferriere, dicho proceso de individuación no puede limitarse al plano físico y mucho menos a una dialéctica de roles sociales más o menos convencionales, porque de ser así, el solo hecho de encontrar una pareja y de establecer cierta dinámica de interrelaciones de género habrían resuelto el anhelo profundo de la unidad del ser.

Recordemos que tenemos millones de años como especie y muchos miles de años como sociedades y civilizaciones, y si bien hemos reconocido a la familia como célula básica de la sociedad, no es menos cierto que aún no hemos alcanzado el verdadero sentido ni la plenitud de realización a la que aspira nuestra naturaleza psicológica y espiritual.

En consecuencia, el proceso de individuación en su expresión más elevada es una experiencia psicológica y espiritual. Una experiencia que permite el desarrollo de potencialidades, el control de capacidades y aptitudes dialécticas y complementarias, el dominio y manejo de cualidades activas y pasivas, la expresión de las potencialidades de razón e intuición, de objetividad y subjetividad, de recepción y emisión, del uso de fuerzas eléctricas y magnéticas, etc. En una palabra, un proceso alquímico que trascienda estados psicológicos, regulando excesos y superando inhibiciones (masculino-femeninas) que limitan la expresión plena de la naturaleza psíquica y espiritual del ser humano.

Sería absurdo establecer superioridades o inferioridades de polaridad sexual en cualquier plano que fuere. Para Jung, el hombre y la mujer tienen las mismas posibilidades de desarrollo pero como él mismo lo señala, el proceso de transformación psicológica en ambos no recorre la misma vía.

En el plano psicológico, podríamos decir de manera muy genérica, que la mujer debe descubrir y expresar sus potencialidades activas y emisoras y el hombre sus potencialidades pasivas y receptoras. Ambas potencialidades son grandemente enriquecedoras si se las realiza desde una perspectiva espiritual.

Estamos actualmente al inicio de una nueva era precesional positiva, cuyos efluvios permitirán precisamente la búsqueda y activación de tales potencialidades con la consecuencia natural del surgimiento de seres más equilibrados y trascendentes. El Dr. Serge Raynaud de la Ferriere señala que "el acontecimiento más importante de la nueva era será el descubrimiento del hombre trascendental", entendiéndose por hombre la especie humana que incluye a ambos géneros.

Si observamos el panorama mundial y los profundos cambios sociales que se vienen operando como producto de este nuevo influjo cósmico, podemos notar el resurgimiento de la mujer en el dominio del logos universal y la cada vez mayor atracción que tiene el hombre por la exploración de las enormes potencialidades que guardan la intuición y la imaginación creadora, asignada tradicionalmente a la naturaleza femenina.

En el Propósito Psicológico Volumen I, pág. 36-37, el Dr. de la Ferriere agrega:



"Toda cultura humana es masculina, desde la griega y la judeo cristiana hasta las esferas del Islam y de la India; sin embargo, la parte de la mujer es invisible y ampliamente inconsciente, lo cual no quiere decir que es inexistente, pues se tendría que despreciar sobre todo su significación y su propio plano. El hombre halla su verdadero YO en la consciencia y se siente casi siempre extraño en lo inconsciente; no obstante, lo inconsciente debe también experimentarlo inevitablemente. Es lastima que muchas aplicaciones falsas hayan sido intentadas con base en grandes equivocaciones. El Androginado no es una experiencia a realizar en el plano material como algunos lo han podido predicar."

Asistimos pues a una era de grandes descubrimientos y realizaciones de capacidades suprahumanas y al establecimiento de una sociedad más equilibrada, más plena y más sabia, pese a los acontecimientos políticos y sociales que por momentos parecieran opacar este nuevo amanecer en el devenir del HOMBRE TOTAL, del HOMBRE QABAL, hacia los cielos sin fin.


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