miércoles, 4 de noviembre de 2015

El fenómeno humano de Pierre Teilhard de Chardin

El fenómeno humano de Pierre Teilhard de Chardin





Reseña y apuntes por Alejandro Zamponi

¿La humanidad puede seguir así; creciendo en número, en desigualdades, en depredación?

El contexto azuza la angustia y fuerza la reflexión; la respuesta reclama a gritos un marco teórico. Aunque los desafíos que la humanidad enfrenta son cada vez más difíciles y, en este sentido pareciera que no existe ninguna referencia útil en el pasado, veremos que hay una obra de 1940 que no sólo ofrece un marco teórico para pensar, por ejemplo, el problema del calentamiento global, sino que se caracteriza precisamente por explicar el presente y anticipar el futuro, a partir del pasado. En particular, la lectura contemporánea de esta obra permite pensar a la Web 2.0 como un vehículo hacia una conciencia superior y colectiva.

El fenómeno humano de Pierre Teilhard de Chardin sintetiza décadas de investigación paleontológica y reflexión. Se trata de un ensayo que rompe con todos los parámetros de su época. La razón de esta singularidad se debe a que el autor francés fue además de un destacado paleontólogo -encontró los restos del Hombre de Pekín-, un sacerdote jesuita que comulgaba con la fe cristiana. De allí que su obra no sólo fuera prohibida por sus superiores eclesiásticos, sino que también fuera desestimada por la comunidad científica, que la consideró metafísica. El actual desarrollo de la física cuántica invita a reconsiderar esa opinión.

El ensayo fue publicado póstumamente en 1955 y está dividido en cuatro partes: Previda, Vida, Pensamiento y Sobrevida. Cada una de estas partes representa una etapa en el fenómeno del ser humano, visto desde una perspectiva muy amplia: el hombre no sólo como descendiendo –o más bien asciendiendo- del mono, sino como el resultado de trescientos millones de años de evolución orgánica.

El planteo general de la obra es sencillo. Desde el surgimiento de la conciencia reflexiva, el ser humano invirtió una o dos docenas de milenios en llegar hasta la modernidad. Justamente en ese período, la civilización occidental alcanzó tal desarrollo cultural, científico y técnico que consiguió percibir por primera vez al Universo y a la Evolución en sus verdaderas magnitudes. Uno de los efectos indeseados de esta ampliación del conocimiento fue que los individuos adquirieron una creciente angustia que la ciencia y la filosofía no pudieron, ni pueden resolver.

En consecuencia, para Teilhard de Chardin, mientras el hombre no consiga superar esa angustia existencial, continuará estancado, enredándose en sí mismo, produciendo desigualdades sociales, guerras, hambrunas y contaminación. De manera que se presentan dos alternativas: o los seres humanos superan su angustia a través de la fe en un estado superior y evolucionan hacia un superorganismo formado por la interconexión de las conciencias individuales (ver apartado Web 2.0: hacia un estadio superior de la noosfera), o se estancan y se ahogan en la angustia creciente de una reflexión socializada.

De acuerdo con la idea de que la energía consciente está construida a base de esperanza y de que sólo la acción colectiva podría modificar el estado espiritual del mundo, Teilhard de Chardin ofrece en la cuarte parte “invitaciones racionales para un acto de fe”. Antes de ver sus argumentos, introduzcamos los conceptos de su marco teórico.



Marco teórico

La hipotesis principal del ensayo es que la Evolución del Universo y del ser humano tiene un sentido: la materia se complejiza para dar lugar a mayores niveles de conciencia. A lo largo de la obra, el autor reconstruirá cómo el átomo dio lugar a las moléculas y macromoléculas, cómo las macromoléculas dieron lugar a las células -mínimas unidades de vida orgánica-, cómo surgieron las diversas especies vegetales y animales y finalmente refiere la aparición del hombre. Desde esta perspectiva, un mayor nivel de complejidad y conciencia, está asociado a una mayor duración. Al ser la humanidad, la más joven y compleja de las especies, el autor la considera “la flecha ascendente de la evolución en el Universo”.

Según Teilhard de Chardin todo tiene conciencia, en diferentes graduaciones. En el caso de las piedras y los átomos, los niveles son tan ínfimos que la ciencia hasta ahora no ha conseguido percibirlos. Esto es problemático, porque aunque rica en consecuencias, la afirmación de que todo tiene conciencia es incontrastable y en ese sentido metafísica. En todo caso, el autor sostiene que la “trama del Universo” constituye estructuralmente un todo, de manera que si en un punto del Universo la materia tiene un interior, entonces la trama del Universo es bifaz por estructura y todo tiene un interior o conciencia.

Relacionado con esto, el autor introduce las nociones de energía tangencial y radial. Mientras que la energía tangencial es la tradicionalmente considerada por la física, la energía radial es la responsable de la evolución y la sospechada de metafísica. Más adelante veremos que ambas energías convergen en un punto trascendente llamado “Punto Omega”.

Otra concepción fundamental en la obra del paleontólogo francés es que los fenómenos sociales son procesos orgánicos. Es decir que la historia humana prolonga los movimientos orgánicos de la vida, readaptándolos a su condición reflexiva. Reproducción, multiplicación, renovación, conjugación, asociación y aditivadad dirigida, serían los métodos mediante los que nacen, se multiplican y evolucionan las naciones, los Estados y las civilizaciones.

El fenómeno de asociación sería una consecuencia casi inevitable de la multiplicación y un método de perfeccionamiento biológico, además de “uno de los mecanismos más universales, más constantes y más significativos utilizados por la Vida para su expansión”. Por su parte, la aditividad dirigida u ortogénesis, sería la responsable de la asención de la Vida hacia formas de complejidad superior. En este sentido, el autor considera que la educación es la principal forma de ortogénesis que tiene la humanidad. En efecto, sin educación el hombre no podría transmitir y registrar niveles progresivamente mayores de complejidad cultural.



Invitaciones racionales para un acto de fe

Habíamos adelantado que en la cuarte parte Teilhard de Chardin ofrece argumentos para confiar en la ascensión del hombre hacia un estado de conciencia superior. Veamos de qué se trata.

El autor considera que la probabilidad de que algo suceda depende directamente de su necesariedad; de manera que señala dos ejes cuyo desarrollo considera necesario. Por un lado, la confluencia del pensamiento, por otro, la continuación de los métodos utilizados por la evolución en su proceso de complejización y ascensión de conciencia.

El fenómeno de confluencia del pensamiento está relacionado con en el aumento incesante del número de seres humanos y la condición esférica del planeta Tierra. Según el autor, la presión, el encuentro y la interacción de los individuos generaría formas de organización cada vez más complejas y por ende mayores niveles de conciencia. Este fenómeno de confluencia, provoca a su vez, producto del carácter reflexivo del hombre, otro fenómeno: la coalescencia de las ramas. En este caso, las diferentes líneas humanas entran en contacto entre ellas y se mezclan a través de la coincidencia psíquica o de sus instituciones sociales, tendiendo a formar una única membrana organizada que cubre la Tierra. Es decir que la coalescencia de las ramas consiste en nueva forma de “filogénesis” que el autor refiere como “planetización humana”.

Las consecuencias de esta interpretación son rotundas. Según describe el autor, la planetización humana representaría un contexto en el que los pueblos y civilizaciones habrían llegado a un grado tal de contacto periférico, interdependencia económica o comunicación psíquica que ya no podrían crecer más que interpretándose.

Ahora bien, hasta que no introduzcamos el concepto de Noósfera no se entenderá ni en qué consistiría esa forma de conciencia superior, ni dónde estaría, ni cómo funcionaría.

La Noósfera

En primer lugar, Teilhard de Chardin caracteriza a la pluralidad de la materia como poseyendo una unidad homogenea y colectiva. Esto equivale a decir que cada átomo es coextensivo a cualquier otro y que existe algo que los entrelaza y hace solidarios. Ese algo es definido por el autor como la tercera cara de la materia: la energía (las otras dos serían la externa y la interna).

A partir de los saltos radiales en la complejización de la materia del planeta Tierra, el autor identifica la formación de esferas cualitativamente diferenciadas que recubren la Tierra. A la formación del planeta, le corresponde la Geósfera. A la aparición y expansión de las primeras células, plantas y animales, le corresponde la Biósfera, ubicada por encima de la Geósfera. Finalmente, la socialización entre los primeros seres humanos dio lugar a la esfera del pensamiento o Noósfera, que se ubica por encima de las dos esferas precedentes.

En este sentido, la aparición del pensamiento fue tan potente, que afectó a la totalidad orgánica de la vida en el planeta. De acuerdo a las palabras de Chardin: “La invasión biológica de un tipo animal nuevo que elimina o esclaviza gradualmente a toda forma de vida que no sea la humana, esta marea irresistible de campos y de oficinas, este inmenso edificio creciente de materia y de ideas. Todo indica que algo ha cambiado “planetariamente” en la Tierra.”

Y sin embargo, para el autor, la conformación de la Noósfera no ha acabado. Los fenómenos de confluencia del pensamiento y coalesencia de las ramas en curso, generan cada vez más interconexiones y acentúan el desarrollo de la Noósfera, espesándola. Para el autor, la “planetización humana” representa una megasíntesis en lo tangencial, que resulta en salto radial. La figura inteligible de esta mayor complejidad y en consecuencia, mayor conciencia, es la Noósfera.

La Web 2.0: estadio superior de la Noosfera

En nuestra Tierra, por causa de la configuración fortuita de los continentes, existen determinadas regiones más favorables que otras a la unión y a la mezcla de las razas. La masa humana, en estos lugares privilegiados, ha tendido, de una manera natural y a partir de las instalaciones de la vida sedentaria, a concentrarse, a fusionarse, a caldearse. De ahí, la aparición, seguramente “congénita”, de determinados polos de atracciòn y de organización sobre la capa neolítica: presagio y preludio éste de algún estadio superior e inédito para la Noósfera.

Al exponer el fenómeno de confluencia del pensamiento, el paleontólogo francés destacó que la presión creada por el incesante aumento del número de individuos, se ve reforzada (exponencialmente) por el aumento continuo del área de acción individual. Aquí aparecen las telecomunicaciones, y en particular la Web 2.0, con todo su poder. Internet amplía el área de acción individual al infinito.

Por otra parte, Teilhard de Chardin había sostenido que el “mal del Espacio-Tiempo” podía solucionarse mediante la percepción de una Evolución que animara tales dimensiones. Pues bien, cuando decíamos que Internet amplía el área de acción individual al infinito no queríamos obviar que la Red abarca sólo al diez por ciento de la humanidad, sino referir que su posibilidad de expansión y progreso es infinita, y que esa percepción es precisamente la que genera un entusiasmo casi irracional en millones de personas.

La potencia que reveló la Web 2.0 es suficiente para que las inmensidades se reduzcan y la eternidad se vuelva instántanea. Esta es una afirmación que puede corroborar cualquier usuario de Internet mínimamente reflexivo. ¿Cómo entonces, no afectaría este fenómeno al “mal del Tiempo-Espacio”? Sin tomar el marco teórico de Chardin como referencia, esta afirmación sugiere que el cambio cultural que está introduciendo Internet nos resulta imposible de imaginar.

En su ensayo La Modernidad Líquida, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman trata acerca de este tema. Dice: “Una vez que la infinidad de posibilidades ha despojado a la infinidad del tiempo de su poder de seducción, la durabibilidad pierde atractivo y pasa de ser un logro a ser una desventaja. … La devaluación de la inmoratalidad sólo puede augurar una revolución cultural, posiblemente el hito más decisivo de la historia cultural humana. El paso del capitalismo pesado al liviano, de la modernidad sólida a la fluida, puede resultar un desvío aún más radical y seminal que el advenimiento del capitalismo y la modernidad misma, considerados hasta el momento los hitos cruciales de la historia humana desde la revolución neolítica”

La devaluación de la inmortalidad anula ciertamente el “mal del Espacio-Tiempo”. Y el responsable de este fenómeno según Bauman es el proceso de globalización/ deterritorialización, del cual Internet representa un salto cualitativo.

Destacada la importancia de Internet en la confluencia del pensamiento, es decir, en el progreso hacia una forma de conciencia superior, queda preguntarse si efectivamente la Red es sólo un medio, o directamente, esa conciencia superior.

Hay pasajes del ensayo en los que la función de la Noósfera resulta ser equivalente a la de la Web 2.0. Por ejemplo, dice: “La conciencia encuentra su propia fortaleza al hallarse sumergida en un flujo que, por inversosílmente amplio que sea, no es sólo porvenir, sino génesis”. Internet está en continua gestación; los que participan en ella tienen conciencia de que están construyéndola y pueden sentir cómo su pequeño aporte es significativo.

El caso de Wikipedia -una enciclopedia global construida en tiempo real a partir de pequeñas contribuciones individuales- indica suficientemente cómo la humanidad consigue sin esfuerzo y con placer algo que siempre estuvo fuera de su alcance. Los que participaron en ella lo hicieron sobre todo en el sentido de génesis.

En otro pasaje, Tielhard de Chardin se refiere a la Noósfera como una Gaia ampliada a los seres humanos, aunque en otros términos. Originalmente, Gaia –proviene de Gaya, Diosa griega de la Tierra- es una teoría que describe la vida en la Tierra como un único organismo gigantesco e hiperconectado. Por analogía y simetría con el pasado, Teilhard de Chardin sostiene: “La Noosfera tiende a constituirse en un sistema cerrado, en el cual cada elemento, por sí mismo, ve, desea y sufre las mismas cosas que todos los demás, simultáneamente”. Ahora bien, ¿En qué medida la Web 2.0 fomentaría eso?

Actualmente Twitter -y de ninguna manera Facebook- se dirige hacia esa interconexión. Prácticamente todos los usuarios de Twitter tiene entre sus contactos a alguien en otro continente. Facebook se aboca más a compartir la intimidad ya consumada en un círculo acotado de amigos. Twitter es fluido desde que apunta al intercambio telegráfico de información y links y no se basa en las amistades ni en la vida privada, sino en compartir el descubrimiento constante de cosas en común, que interesan a otras personas conocidas o desconcidas. Su buscador por temas es clave; de donde se desprende que para aprender a utilizar ciertas herramientas sociales hay que confiar en su potencia y dedicarles tiempo.

Googleearth es revolucionario en la medida en que le permite a cualquier persona con acceso a Internet relevar cualquier punto del planeta Tierra en segundos, ofreciendo inclusive fotos, etiquetas y links. Lo mismo sucede con los mapas que muestran los niveles de actividad de la Web a nivel mundial, en tiempo real, o aquellos mapamundi que muestran las regiones que están siendo iluminadas por el sol. Se trata de herramientas que posibilitan distintos grados de conciencia acerca de cómo son y qué está sucediendo en otros rincones del mundo.

El desarrollo de un traductor de idiomas preciso y gratuito es una materia pendiente. Actualmente la UE posee un proyecto, pero los fondos destinados son ridículos. Así y todo, es razonable esperar su aparición dentro de una década o menos. A nivel metafórico supondría para la humanidad la posibilidad de construir finalmente su Torre de Babel. A nivel práctico es una condición de posibilidad para aquel sistema en el que cada elemento ve, desea y sufre las mismas cosas que todos los demás, simultáneamente.

En un grado básico, Internet habrá de garantizar la posibilidad de que los seres humanos se comuniquen de manera sencilla -gratuita- más allá de distancias espaciales. Google talk, por ejemplo. Pero no se trata de hablar sólo con conocidos. Chatroullete es una red social nueva sobre la que empiezan a crearse expectativas. Su función es conectar usuarios de cualquier parte del mundo al azar, vía web-cam y texto. Por ahora de a dos, pero es fácil imaginar miles de variantes. La curiosidad por el/la desconocido/a parece ser la razón del creciente éxito de esta red.

Entonces, Internet se presenta como la mejor herramienta para realizar la planetización, pero ¿es la Noósfera? En un sentido contrario al que señalamos recién, la noción de espacio se anula en la virtualidad de Internet. La Red no sólo no es un plano ni una esfera, sino que no puede pensarse en ninguna forma geométrica. No se trata de un juicio demoledor. También, puede interpretarse que como los satélites que proveen la señal de Internet están distribuídos alrededor de la superficie terrestre, entonces la Web 2.0 es esférica.

Es posible también concentrarse en la dinámica entre el mundo real y el virtual; en verificar cómo las interconexiones soportadas por la Red tienen necesariamente un correlato en el mundo real y por tanto en la Noósfera, siendo la Noósfera una entidad distinta de Internet. Pero lo cierto es que en la medida en que los intercambios de los individuos comiencen a darse con exclusividad a través de la Red, no tendrá sentido distinguir ambas entidades. En ese hipotético futuro, si se cayera la Red, el espesor de la Noósfera disminuiría abruptamente, revelando una interdependencia total.

Punto Omega

El punto Omega es el centro hacia el que se dirigen las energías radiales – responsables del crecimiento de la conciencias-, el punto donde convergen las lineas trazadas por la evolución. Describe cuatro atributos para Omega: autonomía, actualidad, irreversibilidad y trascendencia. Fuera del tiempo y del espacio, aquí tenemos a Dios.

Síntomas de mal funcionamiento

“El millón de hombres” es un concepto intersante que surge de la mecanización en lugar del esperado remontar de las conciencias. El millón de hombres uniformados en campos de instrucción militar, el millón de hombres repitiendo tareas estandarizadas en las fábricas. Chardin pensaba en el Comunismo y el Nacionalsocialismo.

A este fenómeno, lo interpretaba como generación de materia, es decir, como una desviación del proyecto original -generar conciencia-. Para Chardin, los individuos debían individualizarse a partir de la interrelación. No aislarse o uniformarse, sino compartir.







El desafío de no destruir el planeta

Chardin transmite a lo largo de la obra la altísima estima que tiene por el ser humano. Entonces, el agotamiento de los recursos parece ridículo: no quedan dudas de que el hombre descubrirá una fuente de energía que reemplaze al petróleo y que, quizás, incluso sea renovable. Frente a la necesidad -este es un punto que destaca Chardin, la fuerza movilizante de la necesidad- el hombre sale adelante. En este sentido, resulta interesante pensar que actualmente existe una necesidad económica en que no surga esa tal fuente alternativa.(1) Así, sin ninguna seguridad racional, pero con fe en el progreso, uno puede abandonar este punto y concentrarse en uno más preocupante: la contaminación.

Qué pasará con el calentamiento global, la contaminación del agua, la acumulación de basura. El calentamiento global implica que suba el nivel del mar, que ciudades y países queden debajo del agua; que se desequilibre el ecosistema y mueran especies, disminuya la superficie cultivable de la tierra. Es dificil predecir que continuará aumentando el número de seres humanos y esto no es un tema menor: el incremento del número de individuos es fundamental para la planetización humana.
(1) La aparición de una fuente de energía no contaminante, gratuita y renovable desencadenaría una crisis política a nivel mundial. (Esto representa una evidencia más de que se avanza hacia una unión planetaria) ¿Cómo reconvertir un mundo que funciona a base de petroleo? Las industrias, la agricultura y los medios de transporte, todo debería adaptarse.
El desafío moral de dirigir la Evolución

La genética y las nanotecnologías pueden alterar el trabajo de trescientos millones de años de evolución. ¿Cuál será el criterio? Chips insertados directamente al organismo, selección de la herencia, acentuación de caracteres en determinado sentido.

Justamente en esta encruzijada, la visión del teólogo alcanza su paroxismo. Chardin encuentra que la naturaleza se hizo reflexiva en el hombre para que este pudiera decidir de acuerdo a su criterio cuál es el camino a seguir.

“Es cierto que hasta ahora hemos dejado crecer nuestra raza al azar y hemos reflexionado de manera insuficiente sobre el problema de saber por medio de qué procedimientos terapéuticos y morales es necesario, si las suprimimos, reemplazar las fuerzas brutales de la selección natural. Es indispensable que en el curso de los siglos venideros se descrubra y se desarrolle, a la medida de nuestras personas, una forma de eugeniusmo noblemente humana”.

Ciencia, Religión y economía

“Producto de la reflexión sobre si misma y de las energías liberadas por los procesos de automatización, la humanidad encontrará en la Ciencia una forma elemental de acción y no una actividad accesoria”. El autor imagina una Tierra donde se dará la vida para saber y para ser, más que para poseer. Donde el hombre de la calle competirá con los investigadores subvencionados. Y en donde la tendencia será la de “profundizarlo todo, de ensayarlo todo y de continuarlo todo”.

Define que el objeto principal de esta ciencia será el ser humano.

Por otro lado, “si existe para la humanidad un porvenir, este porvenir no puede ser imaginado más que en la dirección de una conciliación armónica de lo Libre con lo Planeado y lo Totalizado. Distribución de los recursos del globo. Regulación de la salida hacia los espacios libres. Utilización óptima de las potencialidades liberadas por la Máquina. Fisiología de las naciones y de las razas. Geo-economía, geo-política, geo-demografía. La organización de la Investigación ampliándose hacia una organización racionalizada de la Tierra“.

Comentario

El planteo de Teilhard de Chardin es de la segunda guerra mundial y nos resulta interesante en tanto la humanidad vuelve a estar amenazada por el calentamiento global. Quiero decir: hay preocupaciones más graves que las desigualdades sociales. Sólo de esa manera se entiende que el ensayo sea una teodicea en todo cuanto respecta a la exclusión y explotación del otro, a las hambrunas. El autor llega incluso a hacer una apología de la conquista de América, al argumentar que el eje de la antropogénesis pasa por la civilización occidental.

Extendidos sobre las cumbres de las montañas en América Central, los mayas tenían sobre sus cabezas el cielo todo el tiempo. Nada había que llamara más su atención. Obsesionados con el firmamento que surgía con cada puesta del Sol, se conectaron con el Universo y la evolución. Registraron el movimiento de los planetas y las estrellas, descubrieron la relación entre la energía y el tiempo sin necesidad de idear la teoría de la relatividad.

A pesar de la percepción de esas dimensiones, probablemente no padecieron el “mal del Espacio-Tiempo”. Cada día estaba asociado a determinado flujo energía y ellos se adaptaban convenientemente. La relación que tenían con la naturaleza no era de depredación, sino de comunión. Los españoles que los masacraron estaban menos evolucionados y sin embargo prevalecieron. El genocidio no puede justificarse, y sin embargo para el autor encuentra su sentido en la “planetización humana” y en el mecanismo de indiferencia que utiliza la vida para avanzar.

La evolución social sacó su potencia de la explotación del hombre por el hombre. No hubo momento de la historia en el que no fuera así: hasta los griegos tuvieron sus esclavos (no fue un detalle, fue la condición del ocio). La automatización de los procesos industriales pone en crisis los esquemas, pero no significa distribución justa, sino todo lo contrario: las mercancías en manos de unos pocos hombres.

La primera reacción es preguntarse por qué habría de ser diferente en el futuro; pero se trata sólo de una primera reacción. Aún desde el sentido común, se acordará que cualquier noción de evolución implica el fin del materialismo y la depredación del planeta.

Karl Marx también teorizó acerca del futuro, pero en términos económicos y con una sensibilidad social contemporánea y lúcida. Sin embargo, no son comparables porque manejan diferentes perspectivas. El fenómeno humano resulta interesante justamente por hablar del futuro desde una perspectiva evolutiva que no está subordinada a fenómenos económicos, o en todo caso, en la que los fenómenos económicos son de naturaleza orgánica.

En este sentido, que lo cultural es orgánico es una de las principales hipótesis del ensayo. Es interesante destacar que aún si el autor estuviera equivocado en ese punto y la evolución fuera a avanzar morfológicamente, aún asi, por analogía y simetría con el pasado, ese cambio tendría que conducir a una mayor interconexión de las conciencias.

Es fácil pensar en telepatía: el ser humano utiliza un porcentaje muy bajo de su cerebro. Pero, en todo caso, no tiene sentido escribir un ensayo sobre ello. El objetivo de Chardin, como lo declarara en el prólogo, es hacer ver que existe una salida, para que los hombres puedan seguirla. Curiosamente Internet se desarrolló más allá de cualquier reflexión teórica.

Sabemos que el hombre seguirá evolucionando, pero no sabemos cuánto tiempo pasará hasta que la diferencia sea notable. Respecto a esto, el ensayo es sugerente. A partir del relevamiento de las transformaciones del Neolítico, Chardin muestra cómo el proceso de planetización humana se aceleró a partir de la revolución francesa e industrial.

El fenómeno de Internet sugiere constantemente que estamos produciendo un cambio histórico. La valoración de ese cambio está por verse; durante años tendrán voz aquellos que aseguran que se trata de una involución y aquellos que sostenemos lo contrario.

Desde el punto evolutivo, muchas especies no reflexivas se extinguieron. En el caso del hombre, Chardin descuenta que no existe esa posibilidad. La justificación científica que ofrece parece no ser suficiente desde el momento en que Chardin sostiene que se trata de una cuestión de fe. Efectivamente, lo que hizo fue ofrecer “invitaciones racionales para un acto de fe”.

La relación entre Ciencia y Fe es el punto más oscuro de su ensayo. Para Teilhard de Chardin, Ciencia y Fe deberían ser una misma disciplina, pero lo cierto es que los límites entre Ciencia y Fe aún hoy son realmente problemáticos y objetos de reflexión filosófica.

La Ciencia contemporánea avanza en sus investigaciones e intenta explicar la conciencia a partir de fenómenos físico-químicos; aunque consiga hacerlo, no por ello comprenderá su origen o su finalidad. El ensayo de Chardin despierta pasiones y dudas, por igual.


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