miércoles, 8 de junio de 2016

¿666 = DEMONIO? NO. ES = DIOS SOL y la IGLÉSIA lo inventó PARA ELIMINARLO

¿666 = DEMONIO? NO. ES = DIOS SOL y la IGLÉSIA lo inventó PARA ELIMINARLO


Deben de haber preguntado ¿De dónde viene el número 666? Muchos han leído de él en la Biblia o han escuchado de él de muchas maneras, pero pocos saben de dónde proviene y por qué se le menciona tan negativamente en el libro del Apocalipsis. Bueno pues, ahora daremos un breve vistazo a la historia de este símbolo y lo que representa.

El número como tal, tiene su origen de las prácticas religiosas de la ciudad de Babilonia en los tiempos del profeta Daniel. Los sacerdotes babilónicos promovieron la adoración de dioses que estaban asociados con el Sol, la Luna, los planetas visibles del Sistema Solar y ciertas estrellas relacionadas a la práctica de la astrología (los babilónicos fueron sus principales promotores). En su sistema de adoración, contaban con 37 dioses supremos. Uno de ellos, el dios asociado con el Sol, tenía supremacía sobre todos los demás.

Ellos pensaban que de una u otra manera, los números tenían poder sobre los dioses que adoraban; y por tal motivo, asignaron números a cada uno de sus dioses (para poder tener poder sobre ellos). A fin de lograrlo, contaron el número de sus dioses, asignando un número a cada dios. Luego sumaron los números de cada dios (del 1 al 36) y asignaron el número resultante de esta suma al dios Sol. Al primer dios le asignaron el número 1, al segundo el número 2 y así sucesivamente hasta llegar al dios número 36. La suma de los números del 1 al 36 totalizaba 666, que fue el número asignado al dios Sol.


La suma fue hecha de la siguiente manera:
1+2+3+4+5+6+7+8+9+10+11+12+13+14+15+16+17+18+19+20 +21+22+23+24+25+26+27+28+29+30+31+32+33+34+35+36= 666

Pero los babilónicos fueron aún más lejos. Ellos temían mucho a sus dioses, y pensaban que alguno de ellos podría destruírlos algún día, así que hicieron amuletos con una matriz de los números ordenada en un cuadro de 6×6, del 1 al 36. A este tipo de matriz se le conoce actualmente como “cuadros mágicos”.

Un amuleto está diseñado para cumplir un propósito mágico, y ellos evidentemente pensaban que su uso les protegería de ser destruídos por los dioses, gracias al poder de la magia.

Estos amuletos debían ser tan poderosos como fuese posible, así que para incrementar su poder, ordenaron los números de tal manera que al ser sumados en filas o columnas, siempre totalizaban 111. Por lo tanto, la suma de todas las 6 columnas y las 6 filas sumaban 666. Esta fórmula suponía una mayor protección, pues incluía al dios principal asociado al Sol, el cual estaba presente en el amuleto.


Abajo se da un ejemplo de cómo estaban ordenados estos números en una matriz de 6×6. Nótese que la suma de cualquier fila o columna totaliza 111, incluso al ser sumada diagonalmente. Los antiguos babilónicos inscribían estos números en una pequeña tablilla de barro, que luego de secarse y barnizarse, era colgada en sus cuellos. Mientras la usasen estarían protegidos.
6 32 3 34 35 1
7 11 27 28 8 30
19 14 16 15 23 24
18 20 22 21 17 13
25 29 10 9 26 12
36 5 33 4 2 31

La práctica de crear amuletos con esta matriz como parte de la astrología, fue más allá de los tiempos de Jesús. Se han encontrado amuletos con iscripciones latinas y se sabe que los romanos practicaban esta creencia.

Así, el número 666 surgió de las prácticas de adoración paganas de los babilónicos y su astrología.
¿Por qué se habla en contra del número 666 y de Babilonia en el Apocalipsis?

Cuando los medos y los persas conquistaron Babilonia, llegaron con sus propias prácticas religiosas y dioses, por lo que ya no hubía necesidad de mantener a los sacerdotes del sistema de adoración babilónico. Aunque los persas tenían alguna simpatía por el dios babilónico “Marduk”, y mantuvieron a los sacerdotes de este dios por un tiempo, la historia nos cuenta que simplemente despidieron a todo el equipo de sacerdotes para colocar los suyos propios, tal como sucede en la actualidad cuando hay un cambio de equipo de gobierno en cualquier país.

Se cuenta que los sacerdotes babilónicos abandonaron la ciudad, tal vez por su falta de trabajo. Esta circunstancia les instó a buscar un nuevo campo en el cual desempeñarse, para poder subsistir. Lo encontaron en la ciudad de Pérgamo, la cual no contaba con grandes fuentes de trabajo, excepto en el área educativa. Pergamo era una ciudad universitaria, en la que ya se impartían materias como medicina y leyes. Allí, los sacerdotes impartieron los conocimientos religiosos que habían practicado durante sus funciones en Babilonia. Había también en Pérgamo una gran biblioteca con más de 200.000 volúmenes. De esta manera, las creencias y las prácticas de adoración babilónicas se fueron extendiendo poco a poco, al igual que el uso de los amuletos ordenados “mágicamente” con los números del 1 al 36. Esto continuó hasta cerca del año 133 después de Cristo, cuando el último rey del imperio murió, dejando el poder a los romanos como última voluntad. Dada esta coyuntura, los sacerdotes que aún enseñaban la religión babilónica vieron la oportunidad de ir a Roma. 

Los romanos eran conocidos por adoptar las prácticas de otras culturas, algo que por cierto, ayudó a su imperio a sobrevivir durante toda su existencia. Los sacerdotes babilónicos intuyeron que los romanos estarían muy dispuestos a aprender y seguir sus enseñanzas. Se establecieron allí y Roma se llenó de sus doctrinas. Tanto, que llegó a ser conocida como “La nueva Babilonia”. Es por esto que muchas de las referencias de Babilonia hechas en el Apocalipsis, son realmente un “código” para referirse a Roma.

Eventualmente, cuando la iglesia cristiana llegó a Roma, las prácticas y creencias de la religión babilónica fueron introducidas en ella. Los historiadores concuerdan en que en algún punto, Roma se convirtió al cristianismo “de la noche a la mañana”, aunque lo que realmente ocurrió fue que la religión babilónica fue “introducida” en la iglesia, renombrando, por ejemplo, a sus dioses paganos como “santos” de la iglesia, entre otras cosas. Por este motivo, no fue difícil para los romanos “convertirse” al cristianismo, aunque no se tratase de una conversión genuina. Es precisamente por esta mezcla de paganismo con cristianismo que Babilonia es condenada en el Apocalipsis.
La práctica de sumar los números del 1 al 36 continuó, y el Apocalipsis la utiliza como código para identificar a la bestia: la iglesia que se contaminó con prácticas paganas,
Fuente: http://www.geocities.com/googolplex1/dedonde.html




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