En estas semanas estoy leyendo un notable libro sobre la conciencia de una pensadora argentina llamada Margarita Llada, que está haciendo que progrese en mis propias conclusiones sobre algunos temas metafísicos.
En concreto, esta mañana he estado leyendo sobre las distintas nociones y explicaciones a qué es la conciencia.
Mi conclusión es que la conciencia es “tanto la mirada que explica la realidad como la realidad misma que crea ese tipo de conciencia al ser capaz de decodificarla”.
Pienso que el error básico a la hora de definir la conciencia estriba en la mente “dual” que, al igual que se pierde en la batalla sobre si Dios está adentro o afuera, se pierde igualmente buscando la conciencia en el cerebro cuando en realidad la conciencia está por todas partes.
Me explico.
Conciencia es el alma y Conciencia es la vida. Todos los seres y hasta minerales que vibran tienen un cierto grado de vida; a medida que se asciende en la escala evolutiva esa vida va tomando conciencia de sí misma y de su entorno hasta llegar al Ser Humano. Cuando estamos ante una baja conciencia le llamamos “vida” y a medida que escalamos en la complejida de los seres, le llamamos “conciencia”.
En ambos casos, es la chispa divina en la Creación pero de distinto grado.
Todos esos estadíos son Dios, lo que pasa es que en diferentes grados. Una planta o un animal son parte de Dios pero un Ser Humano se acerca más a la conciencia de Dios de sí mismo; su autoconciencia.
El gran error de Darwin y los materalistas consistió en creer que la evolución estribaba en la materia (de ahí que pensaran que las formas evolucionaran de unas a otras) cuando la realidad es que es LA CONCIENCIA LA QUE EVOLUCIONA; en la medida en que esta comprensión de la realidad, evoluciona, puede también hacerlo la realidad, lo observable, vaya. El fenómeno del Deporte de competición nace de este lamentable error griego (“mens sana in corpore sano”) pues interpreta la realidad justamente al revés: en realidad es la mente sana la que crea un cuerpo sano. Nuestra sociedad vive en la creencia de que corriendo los 100 metros lisos en unas décimas de segundo menos (gracias a los esteroides) habrá evolucionado, y este absurdo pensamiento nace, por supuesto, de esa confusión entre la materia y el espíritu. ¡Es el espíritu el que crea a través de la materia! ¡Sin espíritu no hay nada! (Ahí está el ejemplo de las personas que caen en el coma).
Tanto que se habla de las almas más evolucionadas o los seres con más conciencia, ¿existe alguna forma de medir el diferente grado evolutivo de un Ser Humano, es decir, su mayor o nivel grado de conciencia?
La respuesta es Sí. Y ya verás qué fácil es de comprender.
Un Ser Humano tiene una conciencia más elevada en tanto en cuando es capaz de interrelacionar más campos y al mismo tiempo más distantes de la realidad, de la experiencia, y dotar de comprensión -de esta manera- unidad a todos ellos. La comprensión genera Unidad, y la Unidad es Dios, es decir, la materia retorna a su esencia a través de la conciencia. De todo ello, de esa comprensión, se extrae la noción de lo que está bien y lo que está mal… para que esa evolución continúe, progrese. La noción de bien y de mal se extrae de la integración de todas las realidades vivas de acuerdo a su mutua naturaleza (verdad) y lo que genera armonía y paz entre todas ellas (bien) frente a lo que las pervierte y genera enfrentamiento y caos (mal). Cuando cada ser vive de acuerdo a su verdadera naturaleza (su esencia divina), se alcanza la Paz, y solo se puede vivir de acuerdo a su naturaleza, cuando se vive en la Verdad; es decir, en la coherencia de pensamiento, palabra y acción.
De esta manera, podemos descartar como “más evolucionadas” a las personas que desprecian una parte de la realidad (la “negativa”) como campo de su saber o conocimiento. De acuerdo a la Ley que he enunciado, si precisamente desprecias comprender una parte de la realidad que te da miedo o no te gusta, no puedes alcanzar un más alto grado evolutivo por la sencilla razón de que esa realidad forma parte del mundo real. Como he dicho antes, no por cerrar los ojos a lo que no te gusta, esa realidad deja de existir: esta es una clásica forma de actuar de los niños de 2 y 3 años cuando juegan al escondite.
La Conciencia encuentra Soluciones a los problemas, por la sencilla razón de que los comprende. Al igual que un mecánico es capaz de arreglar tu coche porque comprende la interrelación entre los diversos mecanismos y engranajes que lo componen, la conciencia más elevada es aquella que entiende un determinado problema porque “ve” la situación desde arriba (con una mirada holística) y por tanto sabe dónde se ha producido el bloqueo, la falta de comunicación entre las piezas del engranaje.
Igual que hablamos de un coche, podríamos estar hablando de un ser humano o de la Humanidad en su conjunto.
Conclusión: si alguien no aporta soluciones es que, en realidad, no ha comprendido el problema. Su conciencia no ha alcanzado a comprenderlo.
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