jueves, 22 de mayo de 2014

Ovnis en el pasado

                             

Ovnis en el pasado




En una época muy lejana, situada entre el comienzo del Universo y la primera glaciación de la Tierra, las civilizaciones humanas, esparcidas en los múltiples universos cósmicos, estaban científicamente muy desarrolladas.


Tienen millones de años de avance en comparación con la ciencia de la humanidad de nuestra época.


Habían logrado este grado de desarrollo científico gracias al más hondo respeto de la naturaleza y a la
sabiduría, sin la cual no hay evolución científica, espiritual y moral posibles.


En aquel tiempo, tales civilizaciones conocían la juventud permanente y una longevidad muy prolongada mediante la regeneración celular espontánea.


Esos hombres sabían crear la materia inerte y la materia viva, gracias al descubrimiento de colosales energías naturales, extraídas de todo el cosmos y tratadas científicamente.


Desarrollaron su civilización colaborando estrechamente con la Naturaleza, y acrecentaron sus ciencias con el amor hacia el futuro positivo de su especie que,en aquel tiempo, era prodigiosamente potente.


Conocían y dominaban perfectamente la gravitación y la antigravitación. Lo cual les permitió realizar viajes cósmicos y descubrir otras galaxias, encontrar otros mundos y a otras civilizaciones.


Conocían igualmente los principios de la levitación mediante la concentración y la proyección de ondas electrostáticas y magnéticas de los planetas, lo cual les permitía efectuar sin ninguna dificultad las más pesadas manipulaciones. 


El ser humano actual se sorprendería al ver con qué facilidad levantaban y dirigían con precisión bloques de piedra de treinta metros de largo, veinte de ancho y diez de espesor. Levantaban tales bloques a más de doscientos metros de altura.


 El mando de tales manipulaciones se realizaba mediante un solo hombre, por medio de un pequeño aparato electrónico muy peculiar, cuyas dimensiones eran las de un teléfono actual.

Y hacían proezas cuando reunían tales bloques con extraordinaria precisión.


Dominaban también las ondas vibratorias con las que realizaban todos los trabajos penosos, sucios y peligrosos, para ellos y para todo lo que vivía.


Esos seres viajaban en el espacio-tiempo a velocidades «cero menos X» y a «trescientos mil más X». 


La «televisión» estaba muy perfeccionada. El «telespectador» vivía en medio del programa elegido.


 Los programas televisados eran en relieve y en color, tridimensionales, multisensitivos y multifónicos.


 La percepciónde los programas se realizaba mediante un efecto electromagnético que actuaba en el nivel de la corteza cerebral.

Los seres de aquel tiempo viajaban por el cosmos para aumentar sus conocimientos y para que las especies humanas que encontraban a su paso se aprovecharan de los resultados de su ciencia.



Una de las civilizaciones salidas de la Tierra antes de la primera glaciación, organizó una expedición muy impor tante. Sus representantes regresaron a nuestra galaxia y encontraron de nuevo nuestro sistema solar que había cambiado mucho.


 Establecieron las bases para la expansión de su especie en distintos planetas de nuestro sistema.


Ante todo, en Saturno y en Venus, en Marte y en el satélite natural de la Tierra, la Luna.


La Luna se dispuso como lugar de observación destinado a vigilar la Tierra, entonces en pleno período de glaciación.


 ¿Qué había sucedido durante su ausencia de millones de años? En su superficie sólo había agua y, de todos sus antiguos satélites naturales, sólo conservaba uno.


El potencial científico y tecnológico de aquellos seres les dio la posibilidad de acelerar el fin del proceso de glaciación. 


Trataron artificialmente la espesa capa de nubes que envolvía totalmente el planeta, para que la irradiación generadora de vida del sol lo pudiera tocar, y la vida mineral, vegetal y animal reapareciera tanto en su superficie como en sus mares.


Aquel trabajo gigantesco de transformación de un planeta duró algunos centenares de años antes de que aquellos viajeros del espacio pudieran organizar su instalación en la Tierra.


Pusieron en ésta razas de seres humanos poco evolucionados, extraídas de otros planetas que habían padecido enormes cataclismos naturales y artificiales.


Aquella importación humana explica la diversidad de razas, colores y costumbres.


Paralelamente a los milenios necesarios para la reeducación de aquellos «inmigrantes» importados por los extraterrestres de Vega, se desarrolló entre aquellos seres vivos una especie de «homínidos».


 Los extraterrestres de Vega sospecharon que eran antiguos humanos degenerados por una guerra atómica sobre el planeta del que habían sido sacados.


Aquella especie sensiblemente distinta, de forma casi humana, con un predominio «intelectual» latente, evolucionó hasta la época actual: son los grandes simios de hoy, que serán, quizá, la especie humana del mañana, ¡dentro de algunos miles de millones de años...! 


Pero es de temer que, en su ignorancia y con su espíritu nefasto de superioridad, las actuales civilizaciones modernas los exterminen antes de saber a qué estaban destinados.


Para reeducar a los seres humanos importados a la Tierra se ha requerido mucho tiempo.


 Era preciso modelarlos, «recrearlos» según la imagen biológica, fisiológica e intelectual de sus maestros educadores a los que veneraban como «Dioses venidos del cielo», que les traían la vida, el bienestar, la belleza, la dignidad humana y los conocimientos.


Vanos miles de años después, tras el fin de la reeducación de aquellos seres humanos importados, éstos formaron a su vez potentes civilizaciones.


Sin embargo, ebrias a causa del inmenso conocimiento que habían adquirido, aquellas civilizaciones no tardaron en manifestar sus diferencias de opinión en cuanto al uso de las ciencias descubiertas. 


Poco a poco, con el  tiempo, los terrícolas mostraron intenciones claramente belicistas hacia sus educadores de siempre.


Viendo que el ser humano no actuaba de acuerdo con las leyes que rigen la armonía universal, los extraterrestres de Vega concibieron un plan para neutralizarlos.


Consistía en es-conder y en borrar la suma de los conocimientos adquiridos, como también el material cientifico, en el único y gigantesco continente que existía entonces en la Tierra, que empezó progresivamente a convertirse en un auténtico infierno de fuego y sangre.


Los extraterrestres de Vega decidieron marcharse de este planeta.


Pero antes de hacerlo, dejaron a cincuenta mil de los suyos en el subsuelo, con la finalidad de vigilar y ayudar secretamente a los humanos decadentes que se habían quedado en la superficie quebrantando las leyes de la vida.


Aquellos hombres decadentes que, con la ayuda de los extraterrestres de Vega y a pesar de las diferencias de razas, habían llegado a constituir los Estados Unidos del Mundo,continuaron su proceso regresivo. Rápidamente, utilizaron lo que aún les quedaba de su alto saber científico para desencadenar una guerra de tanta potencia que el aspecto físico y psíquico del planeta cambió.

La repercusiones de aquella guerra se hicieron sentir durante inás de cincuenta mil años. Los escasos supervivientes, contaminados y en mutación biológica y genética, parece que volvieron a caer en la categoría de animales salvajes a no ser por la supervivencia de una chispa insignificante de memoria del pasado.

 Como una película de terror que describiera el cataclismo planetario,aquellos supervivientes conservaron en su memoria el recuerdo infernal del único continente de la Tierra asolado por los terremotos.

 Estos seísmos habían hendido el continente, fragmentándolo en múltiples partes, la mayor de las cuales son nuestros actuales cinco continentes. El recuerdo de aquel espantoso pasado se adormeció durante prolongados milenios antes de que los desdichados supervivientes (período llamado prehistórico) empezaran a reorganizarse como criaturas humanas relativamente dignas.

Entre tanto, de generación en generación, los primeros educadores y los pocos miles de «terrícolas de importación» que habían partido con ellos a otros sistemas planetarios, se adaptaron muy bien a los elementos de aquellos nuevos mundos e instalaron en ellos brillantes civilizaciones.

Ochenta mil años terrestres después de la reinstalación en aquellos nuevos mundos, el anhelo de un instintivo retorno a las fuentes se dejó sentir en el corazón de los descendientes de los terrícolas que se mantenían en la sabiduría y habían partido con los extraterrestres de Vega.

Decidieron regresar a la Tierra para reanudar pacíficas relaciones con los que se habían quedado en el planeta.

De nuevo, una muy importante expedición regresó,pues, a la Tierra para fundar allí una nueva civilización con otras bases. Aquellos seres, a su llegada, encontraron un planeta sacudido, cuyo único continente había estallado en varios fragmentos, pero en los que la flora y la fauna habían recuperado ampliamente sus derechos y las ruinas y la radiactividad se habían esfumado.

Se instalaron en diversos puntos del globo. Allí, poco a poco, encontraron de nuevo a la descendencia de los que habían sobrevivido a la destrucción casi total.

 Sunivel de inteligencia había bajado tanto que se hacía necesario volver a educarlos para contrarrestar su incipiente proceso involutivo.

Como hicieron sus primeros educadores, los antiguos «terrícolas» que habían regresado, volvieron a enseñar a aquellos desdichados, la sabiduría, el amor entre los pueblos y los conocimientos extraviados.

Pero, por desgracia, aquellos nuevos educadores no pudieron concluir su tarea: les resultó imposible sobrevivir mucho tiempo en su planeta de «origen», ya que los elementos de éste se habían modificado extraordinariamente tras el cataclismo, y ellos mismos habían cambiado mucho durante su prolongada estancia de cien mil años en los confines de la galaxia.

 Sólo cien años después de su regreso a la Tierra, empezaron su declive y se extinguieron, sin poderse marchar esta vez.

Para preservar la iniciación, tuvieron tiempo de procrear de mala gana con los descendientes de los contaminados, que prosiguieron muy imperfectamente el proceso de iniciación en su descendencia.

Por desgracia, la brillante novedad de la iniciación científica le ganó la partida, una vez más, al respeto por la iniciación espiritual y moral, lo que potenció otras destrucciones humanas mediante múltiples guerras nucleares y otras, reduciéndolo todo a cero, destruyendo totalmente uno de los planetas de nuestro sistema y deteriorando seriamente nuestro satélite natural, la Luna.

Justo antes de aquel nuevo período de conflictos y de acuerdo con el programa preestablecido, los que habían sobrevivido entre los descendientes de aquellos cincuenta mil educadores, secretamente escondidos en el subsuelo de la Tierra, emergieron a la superficie para comprobar si el ser humano se había vuelto razonable. 

Viendo que no era así, abandonaron el planeta dejando el material y los primeros conocimientos en el subsuelo de los cinco continentes donde ya se habían almacenado desde hacía más de cien mil años.

 Regresaron a la mayoría de sus antiguas bases, es decir, a la Luna (donde reconstruyeron sus bases destruidas), a Júpiter, y a Saturno (las bases de Marte no se podían utilizar).

Tras el retiro de los representantes de aquella civilización venida del cielo, éstos y algunos educadores de Vega hacen apariciones periódicas para observar y proteger a la Tierra contra eventuales conflictos irreparables.



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