En esta esfera, aunque todos sois seres humanos, habéis levantado muchos muros infranqueables entre vosotros y vuestros semejantes, a causa del nacionalismo, la raza, casta y la clase social, lo cual, a su vez, engendra aislamiento.
Ahora bien, una mente presa en este estado de soledad en este estado de aislamiento, no puede comprender jamás qué es la religión, puede tener creencias, ciertas teorías, conceptos, fórmulas, puede tratar de identificarse con eso que ella llama Dios; pero la religión no tiene nada que ver con ninguna creencia, con ningún sacerdote, con ninguna iglesia ni con los así llamados libros sagrados. El estado de la mente religiosa puede ser comprendido sólo cuando empezáis a comprender qué es la belleza; y la comprensión de la belleza debe ser abordada desde la total soledad.
Cuando la mente está por completo sola, únicamente así y en ningún otro estado, puede saber qué es la belleza, porque la soledad no es, obviamente, aislamiento, y no es singularidad ya que ser singular, único, es simplemente ser excepcional en algún sentido, mientras que estar completamente solo exige una sensibilidad, inteligencia y comprensión extraordinarias.
Estar completamente solo en lo interno, implica que la mente se halla libre de toda clase de influencias; por lo tanto, no está contaminada por la sociedad. Y debe hallarse en esa condición de soledad para comprender qué es la religión, la cual implica descubrir por uno mismo si existe algo inmortal, más allá del tiempo. El aislamiento no tiene que ver con la soledad, pues se tiene que atravesar ese aislamiento para estar solo.
Vuestras mentes no están integradas como para estar solas. El proceso mental mismo es separativo. Y lo que separa conoce el aislamiento, la exclusión. Pero la soledad no es separativa, es algo que no pertenece a las masas, que no está influido por las masas, que no es el resultado de las masas, que no está constituido como lo está la mente; la mente es de las masas.
La mente no es una entidad sola, creativa, puesto que ha sido ensamblada. La mente nunca puede estar sola ni puede conocer la soledad jamás. Pero, al percibir su aislamiento cuando lo atraviesa, surge a la existencia esa soledad y únicamente entonces puede existir aquello que es inconmensurable.
Desafortunadamente, la mayoría de vosotros busca la dependencia. Queréis depender de compañeros, amigos y vivir en un estado de separación, en un estado que origina conflicto.
Aquel que está solo jamás puede hallarse en un estado de conflicto, pero la mente no puede percibir eso, no puede comprenderlo ya que sólo conoce la soledad de la exclusión, del aislamiento.
En realidad, muy pocos de vosotros estáis solos alguna vez, a lo mejor podéis retiraros a las montañas y vivir como ermitaños, pero cuando estéis físicamente a solas, tendréis con vosotros vuestras ideas, experiencias, tradiciones conocimiento de lo que habéis sido.
El monje cristiano en una celda monástica no está solo; está con su Jesús conceptual, con su teología, con las creencias y los dogmas de su condicionamiento particular. De igual manera, el Sanyasi que en la India se aparta del mundo y vive en aislamiento, no está solo, porque él también vive con sus recuerdos.
Se trata de una soledad en la que la mente está por completo libre del pasado; y sólo una mente así es virtuosa, porque únicamente en esa soledad hay inocencia.
No importa si cometéis errores; eso significa muy poco, lo que verdaderamente importa es tener ese sentimiento de que estáis completamente incontaminados, solo porque únicamente una mente así puede conocer o percibir aquello que está más allá de la palabra, del sustantivo, de todas las proyecciones de la imaginación.
Angel Luis Fernández.
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