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Tiene 800 años de antigüedad y fue elaborado en la época de las Cruzadas. Se trata del último hallazgo encontrado en Jerusalén, un sello de plomo que, aunque fue desenterrado por la Autoridad Israelí de Antigüedades hace un año y medio, es ahora cuando se ha podido saber su origen.
Lo encontraron en una excavación en el barrio de Bayit Vegan de Jerusalén y después de su estudio se ha podido saber que fue elaborado en el Monasterio de San Sabas.
Los arqueólogos creen que fue abandonado al final de la época bizantina, durante el periodo de las Cruzadas, entre los siglos 11 y 13.
Vieron que había sido realizado en el Monasterio de San Sabas, porque en una de las caras lleva la imagen de San Sabas, y en la otra, una inscripción en griego que dice: "Este es el sello de La Gran Laura de San Sabas".
Los directores de la excavación, Robert Kool, de la Autoridad Israelí de Antigüedades y Jean-Claude Cheynet, profesor de la Universidad de París-Sorbona, afirman que este hallazgo, que se encuentra en perfectas condiciones, "es extraordinariamente raro, porque no se había descubierto ningún otro igual hasta la fecha".
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Los directores de la excavación, Robert Kool, de la Autoridad Israelí de Antigüedades y Jean-Claude Cheynet, profesor de la Universidad de París-Sorbona, afirman que este hallazgo, que se encuentra en perfectas condiciones, "es extraordinariamente raro, porque no se había descubierto ningún otro igual hasta la fecha".
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San Sabas de Capadocia fue una de las figuras más importantes e influyentes en Jerusalén durante la época bizantina. Fue fundador del monasterio que lleva su nombre, el único en el desierto de Judea que todavía está habitado por monjes. Se considera uno de los monasterios habitados más antiguos del mundo.
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